Miércoles 23 de Octubre de 1957

La poesía, no como substitución, sino como creación de una realidad independiente —dentro de lo posible— de la realidad a que estoy acostumbrada. Las imágenes solas no emocionan, deben ir referidas a nuestra herida: la vida, la muerte, el amor, el deseo, la angustia. Nombrar nuestra herida sin arrastrarla a un proceso de alquimia en virtud del cual consigue alas, es vulgar. No es lo mismo decir: «No hay solución» que

No saldrás nunca sin embargo de
tu gran prisión de alcatraces.


Creo que estos dos versos son más naturales y más espontáneos que el ejemplo anterior. Hay mucho más convencionalismo en nombrar las cosas con palabras avejentadas que hacerlo con palabras que nos surgen de algún lado, como pájaros que huyen de nuestro interior, porque algo los ha amenazado. La mayor parte de los poemas surrealistas son mucho menos convencionales y cerebrales y literarios que los poemas sencillos y beatos a que nos acostumbró la literatura española. Poemas de John Donne. Huelen a sol viejo, a muro derruido y rajado pero cuyas grietas dejan escapar palabras de distintos colores, frescas, calientes, y, sobre todo, reveladoras. Se puede objetar esa intromisión del espíritu pedestre que le acontece después de un verso colmado de lirismo, ej.

Enséñame a oír el canto de las sirenas,
a guardarme del aguijón de la envidia.


A veces estremece. Es hondo, irónico:

Y ahora buenos días a nuestras despiertas almas,
que se vigilan entre sí con miedo.


Aunque llegara a definir la poesía —aspiración estúpida, por otra parte—, aunque descubriera su esencia, aunque desvelara su origen más profundo, aunque la poesía toda y todos los poetas me fueran tan conocidos como mi propio nombre, llegado el instante de escribir un poema, no soy más que una humilde muchacha desnuda que espera que lo Otro le dicte palabras bellas y significativas, con suficiente poder como para izar sus pobres tribulaciones y para dar validez a lo que de otra manera serían desvarios. Escribí dos poemas: «El desencuentro» y «Ella está muerta debajo de sus alas y sonríe». No me conforman mucho.

1 comentario:

  1. estoy leyendo los diarios de mi Alejandra, todavía no puedo creerme tanta intensidad!.

    gracias por transcribirlos,
    un abrazo

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