Una muchacha mordida y un aullido que quiere trascenderse y ser lo más universal posible
Jueves, 24 de Octubre de 1957
Los estados de angustia impiden sentir la poesía. Me refiero a la angustia que produce el fracasar en los intentos de comunicación con los otros. Una queda reducida a una espera. No. Espera, no. O tal vez sí. Una espera la llamada de afuera. Sólo es posible vivir si en la casa del corazón hay un buen fuego. Dentro de mi pecho tiene que estar la morada del consuelo, quiero decir, de la certeza. Sólo entonces se vive la poesía, que parece estar reñida con la imaginación. Tengo miedo de fracasar por culpa de mi angustia. Es necesario olvidarse de todos.
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