Abro mis brazos haciendo una reverencia al vacío. Libros... ¡aj, qué azco! [sic]. Escribir (eso, para los locos). Mi madre quiere enviarme por un año a Israel (su intuición siempre al día: a los doce años fui sionista). Así, volveré seria y renovada.
¡Madre y el psicoanálisis!
¡Maldito! ¡Todo me llega fuera de hora! Estoy segura que dentro de diez o quince años, mi madre va a querer que me psicoanalíce siete veces por semana. Pero ¡creo que ya voy a estar muerta! Planes. ¿Para qué? No pienso escribir jamás nada. Ni leer. Quizás comience a comprar libros bien encuadernados, para regocijarme por el color de las tapas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario