14 de Diciembre de 1958

Leí los Raggionamenti del Aretíno. No me escandalicé en ningún instante. Es más: me divertí. ¿Cómo se explica, dada mi educación y mi precaria experiencia sexual?

10 de Diciembre Noviembre 1 de 1958

¿Llegará el día en que mi soledad sea fuerte y consciente de sí misma? Hoy he pensado en ello. En verdad, somos solos por esencia, por naturaleza. Soy yo y todas las que fui, como diría Michaux.
La mayor parte del día mi pensamiento está suspendido. Actúo por medio de sensaciones. Como si tuviera unos pocos meses de vida, y fuera sorda, ciega, muda: un ser envuelto en una angustia húmeda, sexual, angélica. Muchas veces tengo miedo por ese ser desvalido y torpe que soy yo y por el cual no puedo hacer nada. No obstante, me pregunto si este desamparo no estará lleno de sentido y la profunda misión de mi vida es comprender ese sentido.
Acabo de hablar con Olga.2 Deslumbrada de mí: he salido de mí, he hablado de su problema, lo hice mío. Entonces, ¿también yo puedo comunicarme con alguien? Quisiera arrodillarme y agradecer y alabar. Tengo tanto miedo de no poder querer. Y he aquí que pude. Pero tengo tanto miedo de ser rechazada una vez más, como siempre.
A pesar de todo, aunque suceda cualquier cosa, quiero decirme de nuevo que Olga es el ser más maravilloso que conocí. Y si no la hubiera conocido nunca, si no existiera, mi vida sería más pobre. Me lo digo con miedo. Quisiera quererla siempre, pero serenamente, sin obsesiones. Y sobre todo ayudarla, que se reconstruya, que no se hunda. A veces, o casi siempre, el destino de cada uno de nosotros me parece tan frágil, tan misteriosamente endeble, que me sube el llanto y me muero de piedad y de dulzura.
Tal vez esté equivocada.
Tengo que dejar el psicoanálisis. Tengo que reconocer, de una vez por todas, que en mí no hay qué curar. Y que mi angustia, y mi delirio, no tienen relación con esta terapéutica, sino con algo más profundo y más universal.
Mi terror a la soledad. Cuestiones infantiles.
Yo sé que llevo un sueño. Sé cuál es, por qué está y para qué. Ahora bien: no me desenlazaré de este sueño sino por el arte. De aquí la urgencia de hacer la novela. En ella lo dejaré. ¿Cómo no lo pensé antes? Cada día me es más evidente.


1. Tachado y corregido por A. P. Pero en realidad es efectivamente el 10 de diciembre.
2. Olga Orozco. Poeta argentina (1920-1999). Alejandra la conoció en 1956, y mantuvo con ella a lo largo de toda su vida una amistad muy estrecha.

8 de Diciembre de 1958

Según O. yo exijo de los otros más de lo que pueden darme. Es así como sufro en mi relación con Olga puesto que —según D.— yo aspiraría, inconscientemente, a ser el centro de su vida. Es decir, yo busco —continuó diciendo— una relación filial. Y además, confundo la amistad con el amor. Estas observaciones son importantísimas: la mayor parte de mis sufrimientos derivan de que jamás fui insustituible para nadie.
Pero ahora que lo sé, ¿sufriré menos o continuaré en mi situación infantil? Sería siniestro donar mi vida a dos dioses inútiles: el Padre y la Madre. Y más ahora, que estoy acercándome a la edad adulta. Con suma facilidad dije:
—Sí. Yo no puedo amar. (Y confieso no sufrir excesivamente por ello.) Que me sea posible superar estos conflictos antiguos. Que me sea posible dedicar mis obsesiones al arte. Y mis fantasías. Y mis ideas.
Palabras. Palabras.

5 de Diciembre de 1958

Estoy peor que anteayer. He llorado mucho. Estoy sola, dolorida. No veo camino para mí. Y todos me han abandonado.

3 de Diciembre de 1958

Todo parecía muy fácil. Pensé que el estudio avanzaría, la soledad, la esperanza. Es inútil querer dirijir [sic] mi vida hacia la seguridad y el orden. Hoy estallé. Reconozco que no me interesa estudiar ni hacer nada. Estoy como siempre, encerrada. Estudiar o adquirir conocimientos, ¿cómo si me estoy delirando? Esto es peligroso. Me siento vieja, fea, enferma. Quiero escribir una novela. Me arrastra el sueño, la impotencia. Quiero dormirme para siempre. Cada día siento más miedo de todo.

21 de Diciembre de 1958

Estoy un poco enferma: una gran infección. Muy propio del signo Tauro. Dificultades para estudiar.
Ha retornado el miedo. Una profesora ofreció prestarme el libro de Henríquez Ureña que es inhallable. He pasado cuatro horas en el terror de hablarle por teléfono para preguntarle a qué hora iré mañana a buscar el libro. No comprendo este terror.
Me compré un espejo muy grande. Me contemplé y descubrí que el rostro que yo debería tener está detrás —aprisionado— del que tengo. Todos mis esfuerzos han de tender a salvar mi auténtico rostro. Para ello, es menester una vasta tarea física y espiritual.

17 de Noviembre de 1958

Comencé a estudiar. Intento abandonar el desorden y la inconsciencia. Quiero estudiar. Quiero tener un futuro. Quiero aprender y demostrarme que soy joven, que puedo luchar por mí y por mi libertad. Me han sucedido demasiadas cosas, y no comprendo casi nada. Pero creo que ha pasado la edad de la disipación y de la orgía. Ahora miro lo pasado y veo destrucción y tiempo perdido. He envejecido en vano. No quiero perder más tiempo. Quiero estudiar algunos meses. Estudiar solamente y sobre todo escribir. No obstante, estoy muy angustiada: lo inconsciente me domina.
Este diario tiene que devenir más concreto. Hay que poblarlo de nombres, de paisajes, de existencias

8 de Noviembre de 1958

El visionario, de J. Green: la lentitud, la maravillosa lentitud de las descripciones. Se siente un tiempo distinto, un ritmo particular. Green no escribe: dibuja.
He hablado con una compañera de la facultad. Me he reído bastante de sus concepciones del mundo. No obstante —y a pesar de nuestra misma edad— yo vuelvo, y ella va... Afirmó envidiar mi libertad de acción. (Debe ser por eso que no actúo.) Esos problemas con los padres, respecto del horario de retorno a altas horas de la noche...
«Iba perdiendo el don maravilloso de ver las cosas tal como no son.»

8 de Octubre de 1958

Estoy leyendo El ocultismo de Amadou. Me molesta descubrirme tan sin fe. Pero ¿no soy yo quien se cree capaz de hacer llover, de quitar existencia a la muerte, de manejar el mundo como si fuera una bicicleta? ¿Qué pasa entonces? Sucede que me estoy transformando en una horrible intelectual —que siente a través de [tachado]. Y ello se debe a mi estatismo interno.

29 de Julio de 1958

Vuelvo a escribir. Horrible confusión. Todo da vueltas. Me he propuesto finalizar este año habiendo logrado tres cosas: un libro publicado; un empleo y haber rendido las materias de segundo año en la facultad. Esto en cuanto a cosas externas. Pero las espero las espero como si faltaran siglos y no hay más que unos pocos meses.

SUEÑOS
Ella corre por un corredor interminable. Los cuchillos la persiguen. Risas viejas retumban en sus oídos.
Un escenario. Se abre el telón y baja un falo como la columna de una catedral. En lo alto se divisan los testículos. Ella aparece bailando, vestida como una plañidera medieval española, y se abraza al falo. Los testículos se abren como la boca de una grúa y dejan caer cabezas de indios, de rabinos, de mongoles, de pequeños dioses. Ella se abraza más fuerte, hasta que el falo se sacude y lanza una serpiente que la enrosca.

9 de Julio de 1958

Dificultad en las relaciones humanas.

Lunes 27 de Mayo de 1958

Indudablemente el mundo externo es una amenaza.

Lunes 20 de Mayo de 1958

Confusión de sentimientos. Reunión en lo de ]., el sábado a la noche. E. agresiva conmigo. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Los otros constituyen una realidad demasiado vasta que no puedo abrazar. Me da miedo, espanto, cólera. ¿Y cómo proceder? ¿Por el amor? ¿Y a quién amar si me odio? ¿O a quién odiar si me amo? Y no puedo ser indiferente.
Nada de quejas. Estudiar lo acontecido. Salir de esta confusión. Indudablemente, me siento horriblemente desdichada, inmersa en realidades irreconciliables. No es solamente mi no hacer nada. Es también mi espera del milagro salvador. Espero, espero humildemente. Lo esencial es recordar que yo sé muchas cosas, más de las que creo.
No vi nacer una flor. No sé nada de flores.

16 de Mayo de 1958

Insomnios dedicados a la infancia tan lejana. Infancia lamentable, rota, como una buhardilla llena de ratones y de carbón inútil. He intentado rescatar un solo recuerdo hermoso pero no lo he conseguido. Todo lo contrario: a medida que me alejo en el tiempo me veo más desdichada, en dificultades con la gente, hastiada, «niña falsa y enferma de los suburbios tenebrosos». Ahora me pregunto cómo logré sobrevivir, cómo no me aniquilaron absolutamente.
Una solución para desagraviar a mi infancia sería señalar a mis padres como únicos culpables. Pero me hastía la lucha familiar. Y ahora tengo que empezar de nuevo. Como si aún no hubiera nacido.
De todos modos, advierto que tengo demasiada confusión no puedo asimilar todas mis experiencias y sensaciones. Son excesivas. Y yo soy tan lenta, y ellas giran, ellas giran y me asfixian como si se bebiera una botella de vino ininterrumpidamente, sin tomarse el tiempo necesario para respirar.
Del diario de Du Bos respecto de una definición de Dostoievski: «un ser que durante toda su vida no vive, sino que no cesa de imaginarse a sí mismo». He aquí Alejandra.

12 de Mayo de 1958

Enajenación absoluta. Como si me hubiera ido de vacaciones dejando a mi cuerpo abandonado, o mejor, como si mi cuerpo se erigiera en único dueño de mí misma. No obstante, no quiero morir. Quiero continuar viviendo y mintiendo.
Todo lo verdadero se realiza cuando yo no miro, o cuando me doy vuelta.

9 de Mayo de 1958

Horrendas angustias: necesito trabajar. No puedo encontrar un empleo. Se confirma aquello de que «usted actúa con muchas dificultades en el mundo externo».
Aspiración al orden, al método, al aprendizaje infatigable.
Estoy leyendo forma y poesía moderna de H. Read. Sucede lo de Du Bos: detesto los ensayos sobre autores que no conozco. Por una parte, Read divaga, pasea por el tema de la poesía. A diferencia de Du Bos, se siente tan seguro en su intuición y conocimiento respecto a la materia, que se olvida del lector, de la poesía y del ensayo que está escribiendo. Se sienta en un sillón, con un vaso de scotch en la mano y habla. Habla pero no crea ni informa ni sistematiza. Los ensayos sobre poesía debieran elegir dos caminos: la información objetiva histórica o la creación que parte de la palabra poética para llegar a su esencia, a la que tiene de más entrañable (Heidegger, Pfeiffer, etc.).
Los poemas de Milosz. Apenas empiezo a abrazarlos. Un gran poeta. Un poeta de los que envían ángeles cuando la noche se viste de amenaza y el futuro es un bostezo negro y el presente no existe.
También he comenzado la relectura de Los hermanos Karamazov. Desde ya estoy prevenida en contra del desaforado estilo del traductor: R. Cansinos Assens. Esto de las traducciones no me es indiferente. Por ello es que ya no leo la Biblia. ¿Qué diablos sucede conmigo?
Anotar todas las impresiones literarias. Aun las más obvias, aun aquellas que me avergüencen. Es la única manera de aprender y tomar conciencia de lo que leo y de mí misma.
Debo releer a Kafka, Joyce, Gide y Proust.

1 de Mayo de 1958

Mis lecturas tan lentas. El día despacioso en el que yací muchas horas, vacía, como una muerta con alas. No ha sido muy desdichado, pero he descubierto que cuando no estoy angustiada, no soy. Es como si la vida se me anunciara a golpes y no de ninguna otra manera. Si no fuera por el dolor mi mundo interior equivaldría al de cualquier muchacha de esas que bostezan en los colectivos, a la mañana, ataviadas para sus empleos en oficinas. Con todo derecho yo puedo hablar del «dolor de estar viva».
No escribo poemas. Tengo miedo. Sé que debo esperar, sé que me aguarda un gran poema. ¿Sabré reconocer el instante sagrado? Sí, cerraré los ojos y me dejaré guiar por «la dama del sendero hacia nunca».
Me fastidia un poco el diario de Du Bos, pero por motivos independientes de él, es decir, porque habla de autores que conozco sólo de nombre. ¿Qué sentido tiene leer interpretaciones sobre sus obras? Y hablando de leer, he llorado recordando los libros que leí en mi infancia y adolescencia. Jamás podré recobrar u olvidar esas millares de tardes y de noches empleadas en lecturas desagradables, decadentes, con vocación destructora, lecturas que el último ser humano desecharía. Pero seguramente exagero, exagero porque jamás nadie me ha llevado de la mano a sitio alguno. Ni cultura, ni religión, ni moral fueron moradas a las que me condujeron. Hasta sospecho que las eludieron deliberadamente con el fin de arrastrarme con violencia criminal a esa horrenda zona vegetativa habitada por una especie nociva: los pequeños burgueses. Pero no puedo quejarme. Tal vez la vida, en su sabiduría, recordó mi vocación de llanto, recordó la estrecha relación angustia-vida que existe en mí.

Miércoles 30 de Abril de 1958

Fiestas de J. Goytisolo. Un algo de Faulkner. Pareciera que con una linterna enfocara diversos personajes —a los que presenta plenamente, en calidad de primeras figuras— para luego reunidos y que juntos continúen la trama. Me recuerda el cine neorrealista. A medida que leo esta novela descubro que jamás podré obtener la poesía de la acción, como hace J. G. Es más: no puedo describir una acción continuada, que se deslice naturalmente. ¡Ah! Es que mi fluir interno no transcurre así, mejor dicho, no transcurre en absoluto. La única poesía que puedo concretar es la expresión de mi suceder anímico (sucesión que responde a un tiempo carente de pasado, de presente y de futuro) o la descripción de mis fantasías —descripción fantástica, onírica, infantil y mística, pero que en mí funciona como razón, entendimiento y pensamiento—. De allí, que la idea de hacer una novela al estilo «ortodoxo» es decir, narrando, significa elegir lo que es más opuesto a mi naturaleza. (Gide, diario de Du Bos.)
En cuanto al diario de Du Bos, lo que más me interesa es su forma de leer los libros y su afán de penetrarlos hasta el infinito. Pienso, ahora, que yo y todos los que leen como yo, los infinitamente alejados de la riqueza crítica de Du Bos, no leemos sino que pasamos la mirada por las páginas. No obstante, intuyo algo en Du Bos que no deja de fastidiarme: una suerte de impotencia creadora más una gran desconfianza en sí mismo. Por otra parte, me impresiona como un viento frío que esas anotaciones sobre algunas cosas de arte constituyen un «diario». La razón debe estar en el hecho de que no se puede o es casi imposible escribir un «diario» con la intención, a priori, de publicarlo.
Hoy he leído todo el día. Algunos poemas de Cernuda halagaron mi tristeza. Extraña es la poesía. Cada día me sorprende más. Y no es que quiera interpretarla o deslindarla, no, me siento bien en mi asombro ante ella. Mi dificultad reside en reconocer como poemas una cantidad de obras así llamadas. Aún Cernuda, que comienza a gustarme bastante, me suscita dudas. En el libro Las nubes que es el que estoy leyendo pareciera que lo poético no fuera un salto de dentro hacia afuera sino al revés. Por ejemplo, el poeta mira la luna, la ve eterna en su «virginal belleza», y la describe en el poema como la observadora inmortal bajo cuya mirada los hombres efímeros nacen y mueren. (Algunas imágenes apelan a la historia.) Ahora bien: todo esto es tarea externa. Sé que estoy errada pero prefiero que cada uno escriba sobre su propia luna, sobre su noche. O que se introduzca dentro de la luna (Trakl, Rilke). En suma: que no se describa la realidad visible sin haberla transmutado antes, o sustituido, o hecho caso omiso de ella.

29 de Abril de 1958

Continúo sin hacer nada. Pronto sucederá, no lo temido, sino lo ansiado, sino sobre todo lo ansiado.
Sueño con el aislamiento. Yo sola, cerca del mar. Sola. Absolutamente sola. Esta es mi imagen de la felicidad.

Lunes 28 de Abril de 1958

Pierdo los días, la vida, el sueño. Pero yo no tengo la culpa si deseo, a la vez, la muerte y la vida, al mismo tiempo, a la misma hora. Nada podré hacer si no me impongo un método de trabajo. Y en primer lugar, un método de aprendizaje literario. Si yo tuviera el lenguaje en mi poder escribiría día y noche, pues es lo que más deseo. Pero ya es obsesiva mi desconfianza en el manejo del idioma. Y la novela se convierte en utopía. Cómo estudiar, y trabajar, y leer, y escribir. Y lo quiero todo al mismo tiempo. Y también embriagarme, y ver amigos y angustiarme, y asistir a todos los [tachado]. Pero sobre todo angustiarme y querer morir porque quisiera ser todo y sólo soy nada. (¿Qué significa mi abuso de la conjunción y? ¿Qué sino prolongar hasta el infinito cuestiones que es necesario resolver ahora y aquí?)
No es esto todo: también quiero leer filosofía y ocultismo. También quiero pintar y aprender inglés y alemán, historia del arte e historia de las civilizaciones americanas. Y no pienso poco en la posibilidad de un viaje.
En suma, frustración de frustraciones.

Sábado 26 de Abril de 1958

El aplazamiento: he aquí el título de mi situación actual. No concibo el tiempo móvil, fluyente, que me importe, que se relacione conmigo. No tomo conciencia de mi temporalidad. Siento, por el contrario, que tengo una reserva de tiempo sobrante, de tiempo gratuito, innecesario. Creo que ello se debe a que no creo aún en la muerte como algo que me pueda suceder.
La relectura, en mí, más que derivada del placer que me pudiera proporcionar el libro que releo, es una suerte de primera lectura. La verdad es que los libros desconocidos me atemorizan. Necesito penetrarlos sigilosamente. Y en la primera lectura, mi inhibición es tal que me impide cualquier comunicación profunda con el texto. Estas dificultades son mayores con los poemas. No creo exagerar si relaciono todo esto con mi casi imposibilidad de amar. Es más aún: hay miedo de entregarme a otra conciencia, no porque ello signifique enajenarme sino porque exige responsabilidad. De cualquier modo, las relaciones con las otras personas o con los otros son mucho más difíciles de lo que se cree. Casi diría que la vida es muy breve para comprender perfectamente o absolutamente un solo libro. Llegó la angustia. No se puede hacer nada sino dejar que el cuchillo se hunda cada vez más, cada vez más, y que una mano invisible me impida respirar. No hay defensa posible. Todo pierde su nombre, todo se viste de miedo. Aun el pensar en la poesía como posible salvadora me parece falso, neurótico.

Martes 22 de Abril de 1958

Pienso en el análisis. Tal vez lo necesite aún pero no siento el menor deseo de continuarlo. Lo que me inquieta es mi ocio, mi no hacer nada. Me paso los días obsesionada por este viento frío que me penetra, este mensajero de mi soledad, este castigador innominable. Debiera leer mucho pero mi pensamiento está congelado, pasmado ante tanta angustia, tanta sensación de muerte. Creo que debería trabajar, tener un empleo. Sería una manera de intentar la adultez, si bien no deja de ser externa. Pero necesito trabajar y probarme.

21 de Abril de 1958

He pensado en la novela. No la comenzaré con mi infancia. El solo hecho de recordarla [me] cubre de cenizas la sangre. Sólo algunas angustias, algunos sucesos lamentables, sobre todo lamentablemente sexuales.
No confundir la irrealidad poética con la irrealidad neurótica. A propósito de los ensueños edípicos: ¿qué hacer si se ha carecido de padres? Trascenderlo de alguna manera. Lo esencial es comprender que ya no soy una niña sino una mujer, sino y sobre todo una mujer. Rien qu'une femtne dans le silence de la solitude.
Descubro mi violento amor propio. Mi susceptibilidad ante la menor desatención de la gente para conmigo es tan enorme que me transformo en una muerta. De allí que alguien habló de mi serenidad y de la falta de obsesión en mi comunicación con los otros. La verdad no es así: toda prueba de amistad o de adhesión a mí es tan desfalleciente en relación a lo que pretendo que no puedo hacer otra cosa que entrar en un silencio vestido de dignidad pero palpitante de desilusión y de congoja infantil.
No puedo aceptar otra realidad que la del arte. Este mundo es horrible. Pero pienso que la medida de cada uno la da el empleo que se hace de la propia soledad y de la angustia. Más que «valentía» hay que decir «inocencia».
«Aún hay dichas, terribles dichas a conquistar bajo la luz terrestre.»
Ello no impide mi anhelo de muerte, de dormir, al fin, y no despertar jamás.

20 de Abril de 1958

Suceso sexual con N. Frustrado a causa de mi cansancio, de mi indiferencia. La realización sexual me parece posible en la soledad de mi cuarto, pero llegado el instante de concretarlo en la realidad, el deseo muere asfixiado y sólo queda una gran fatiga y un desolado e inoportuno dominio de mí misma.
Leo el diario de Julien Green. Me recuerda al de Katherine Mansfield en su insistente y agónica lucha contra el ocio del escritor. Ese miedo de morir sin haber escrito «le livre». Hallo en este diario carencia. No obstante, me impulsa, no sólo a continuar escribiendo el mío sino a escribir más poemas y más prosas. Debiera comenzar mi novela. Pero me asusta mi impericia literaria. Mas, ¿cómo adquirirla si no la comienzo? Y necesito recuperar mi infancia, urge detenerla, desenterrarla de su pantano de miedos. Pero pensándolo bien ¿he tenido yo una infancia? No, creo que no. No tengo un solo recuerdo de ella que me permita la más mínima nostalgia. No tengo ni un recuerdo bueno de mi niñez.

18 de Abril de 1958

He abandonado el análisis. Curioso ahora encontrarme, saludarme, decirme cómo estás tú Alejandra, mirarme sonriendo, tal vez un poco orgullosa de mí, como si yo fuese mi hija —¿y por qué no he de ser mi hija si mi infancia y mi adultez están escindidas?—, pero qué culpa, qué miedo, qué inhibición, qué terror, hay en tus ojos, hija mía.
Soy libre. Quiero serlo, que es lo mismo.

Viernes 21 de Marzo de 1958

He visto el mar, un mar que no se cansa de sí mismo, un mar que jamás se hastía de retornar siempre a sí mismo.
Estoy enajenada. También un poco asustada de todo y de mí misma, de mi soledad, de mi desamparo.
He descubierto mi imposibilidad de comunicación con la gente. Pero no. Exagero. Sucede que me es imposible acceder a la realidad doméstica. No sé hablar más que de la vida, de la poesía y de la muerte. Todo lo demás me inhibe, o, lo que es lo mismo, es objeto de mi humor. (Mi humor: el gran encubridor.)
Otra cosa: he aceptado vivir.

Miércoles 4 de Marzo de 1958

La mala fe continúa. Me siento desarraigada del mundo como jamás lo estuve. Pero esta vez mi exilio es beneficioso. Intento establecer una comunicación entre lo que vive en mí sin ser mío y este yo que está escribiendo ahora. En suma, quebrantar el puente que separa el sueño de la acción. He pensado en Dios y en la muerte. Hoy sentí lo misterioso con una intensidad maravillosa. Me pregunto por el origen de la noción del mal, de la culpa. Surgió en relación a Nerval. (Y qué familiar, qué cercana me es la carencia de Nerval, su herida, su persecución de sombras, de fuego.)

Lunes Marzo de 1958

Abandonaré al objeto amado. Dejaré la obsesión. Necesito toda la valentía del mundo. (Es la primera vez, después de muchos años, que menciono esta palabra: «valentía».)