3 de Agosto de 1955
Despierto angustiada después de una noche llena de sueños desagradables y fantasías voluptuosas. Todo esto me indica hasta qué punto no acepto enfrentar la realidad del «medio». Solo me consuela pensar en el material literario que puedo obtener de estas veleidades de mi cerebro. Pero también está la sensación de pérdida de energía de la imaginación.
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