Arturo me presentó a unos amigos suyos: «Ésta es Alejandra, la niña más dotada del mundo. Tiene todo lo que Dios puede conceder a un ser humano... y sin embargo, está siempre triste».
Uno de ellos dijo que mi tristeza se manifiesta más en los labios que en los ojos.
El mozo del café me preguntó: «¿Y? Hoy también opina que la vida es mala?». Y se rió bondadosamente. Yo lo miré y sólo se me ocurrió que usa dientes postizos. Me dio un acceso de risa.
Le dije a Arturo: «Usted me hace fama de melancólica». Contestó: «Es porque te quiero mucho». (?)
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