Una muchacha mordida y un aullido que quiere trascenderse y ser lo más universal posible
26 de Julio de 1955
Disponer los días como frente a un tablero de ajedrez. Mañana. (Veo un espacio blanco. Una pantalla clara.) ¡Al diablo! Empecé a mezclar. Proust con Jaspers y poemas de Apol-linaire, G. Lorca, Rimbaud, Vallejo (los que encuentro en la gramática: Borges [¡terribles!], Ascasubi, G. Mistral, etc.), además, la traducción de Aphrodite de P. Louys y las ojeadas frecuentes al Segundo Sexo. Cocktail biblius. Rematadamente confusa. Promiscua. Deseos de escribir como James Joyce embriagado. De pronto me enderezo y corro a la gramática (¡vive Azorín!). Luego vuelvo al surrealismo (tomo el lápiz que me regaló Cassio para llegar a la escritura automática). ¡No! He de ser seria. {Ex demimondaine.)
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