Viernes 21 de Marzo de 1958

He visto el mar, un mar que no se cansa de sí mismo, un mar que jamás se hastía de retornar siempre a sí mismo.
Estoy enajenada. También un poco asustada de todo y de mí misma, de mi soledad, de mi desamparo.
He descubierto mi imposibilidad de comunicación con la gente. Pero no. Exagero. Sucede que me es imposible acceder a la realidad doméstica. No sé hablar más que de la vida, de la poesía y de la muerte. Todo lo demás me inhibe, o, lo que es lo mismo, es objeto de mi humor. (Mi humor: el gran encubridor.)
Otra cosa: he aceptado vivir.

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