18 de Abril de 1958

He abandonado el análisis. Curioso ahora encontrarme, saludarme, decirme cómo estás tú Alejandra, mirarme sonriendo, tal vez un poco orgullosa de mí, como si yo fuese mi hija —¿y por qué no he de ser mi hija si mi infancia y mi adultez están escindidas?—, pero qué culpa, qué miedo, qué inhibición, qué terror, hay en tus ojos, hija mía.
Soy libre. Quiero serlo, que es lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario