9 de Mayo de 1958

Horrendas angustias: necesito trabajar. No puedo encontrar un empleo. Se confirma aquello de que «usted actúa con muchas dificultades en el mundo externo».
Aspiración al orden, al método, al aprendizaje infatigable.
Estoy leyendo forma y poesía moderna de H. Read. Sucede lo de Du Bos: detesto los ensayos sobre autores que no conozco. Por una parte, Read divaga, pasea por el tema de la poesía. A diferencia de Du Bos, se siente tan seguro en su intuición y conocimiento respecto a la materia, que se olvida del lector, de la poesía y del ensayo que está escribiendo. Se sienta en un sillón, con un vaso de scotch en la mano y habla. Habla pero no crea ni informa ni sistematiza. Los ensayos sobre poesía debieran elegir dos caminos: la información objetiva histórica o la creación que parte de la palabra poética para llegar a su esencia, a la que tiene de más entrañable (Heidegger, Pfeiffer, etc.).
Los poemas de Milosz. Apenas empiezo a abrazarlos. Un gran poeta. Un poeta de los que envían ángeles cuando la noche se viste de amenaza y el futuro es un bostezo negro y el presente no existe.
También he comenzado la relectura de Los hermanos Karamazov. Desde ya estoy prevenida en contra del desaforado estilo del traductor: R. Cansinos Assens. Esto de las traducciones no me es indiferente. Por ello es que ya no leo la Biblia. ¿Qué diablos sucede conmigo?
Anotar todas las impresiones literarias. Aun las más obvias, aun aquellas que me avergüencen. Es la única manera de aprender y tomar conciencia de lo que leo y de mí misma.
Debo releer a Kafka, Joyce, Gide y Proust.

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