Una muchacha mordida y un aullido que quiere trascenderse y ser lo más universal posible
9 de Mayo de 1959
Lady Macbeth lavándose las manos... Sorprendente en Macbeth cómo todos pasan del deseo a la acción. Ese cuidado de no frustrarse. Como si ello fuera lo natural, lo esperado, cuando en verdad, debiera ser lo opuesto el hecho natural. Además si las brujas hubieran predicho circunstancias desdichadas, M. no hubiera actuado para concretarlas. Las brujas son, en esta obra, horriblemente seductoras. Son el inconsciente, la voz infantil que lo quiere todo y ahora. La locura es obedecerla. Macbeth hubiera tenido que suspirar de nostalgia o, en nuestros días, hacerse psicoanalizar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario