20 de Mayo de 1959

El sábado me operaron. Un ataque de apendicitis agudo. Me dolió horriblemente. Yo no estaba preparada para un dolor tan grande. Pero lo sobrellevé bien, demasiado bien tal vez. El cirujano, mientras me operaba, comentó «lo sufrida que es esta chica». En verdad, me siento capaz de sobrellevar pacientemente grandes sufrimientos físicos. (Pensar en mi paciencia —física— y en mi impaciencia íntima.) Aún estoy débil. La prohibición de fumar me anonada. Descubro qué imprescindible es en mi vida el cigarrillo. El deseo de fumar crece después de [tachado]. Entonces añoro el humo, el gusto agrio, triste, soledoso y promisorio del cigarrillo del cigarrillo. Y más lo añoro aún cuando siento [tachado] que sólo podría ser velada por el humo. No obstante, trataré de comer lo menos posible: estoy muy asustada por las complicaciones —la operación y demás— que ha traído mi alimentación des¬ructora de estos últimos meses.

No hay comentarios:

Publicar un comentario