15 de Enero de 1959

Tal vez esté enloqueciendo. Porque lo deseo, lo deseo tanto como la muerte. Cierro los ojos y sueño la locura. Un estar para siempre con los fantasmas amados, llámense paraíso, vientre materno, o lo que el demonio quiera. «Loin! Loin de l'immonde cité! Lejos de las ciudades en que se compra y se vende.» Allí, una niña llamada Alejandra, aprendería a sonreír con menos amargura.
He pensado: ¿por qué desear la huida de mis angustias? Aceptar la fatalidad de algunos seres. Yo he nacido para sufrir. Esto es sencillo. Duele.
Quiero estudiar, quiero aprender, quiero escribir. Tengo veintidós años. No sé nada. Nada fundamental. No sé lo que debería haber aprendido hace muchos años. Nadie me enseñó nada. Sé, en cambio, lo que debería saber mucho después. De allí que me sienta anciana y niña al mismo tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario