19 de Febrero de 1959

Ayer he roto alrededor de cien poemas y prosas. He quedado asombrada de mi falta de calidad poética, mis gritos, mi exasperación. Hay que empezar de nuevo. Además, quedan doscientos poemas más que seguramente romperé.
He leído un cuento de Brentano que no me impresionó mucho debido a su problema: el bien, el mal. Una imagen me subyugó: el joven mata un pájaro y con su sangre escribe canciones en el libro sagrado del espíritu de las aguas.
También leí, y muy mal —atropellándome—, algunos poemas de Hölderlin. Algunas veces parece un oráculo.
He comenzado Cervantes: Don Quijote. Lectura desapasionada y fría, por ahora.
También una Historia de la literatura alemana de H. Rohl. Bastante estúpida por cierto.

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