11 de Febrero de 1959

Ayer escribí un poema. Mi poesía, ahora, es anémica. No tengo potencia poética y si aparecen rastros de ella queda paralizada por mi temor. En el fondo, quiero escribir la novela. No la escribo porque antes quiero leer mucho. ¿Qué he leído ayer? Dos poemas de Neruda y una fábula de La Fontaine. A este paso la escribiré a los ochenta años.
Es inconcebible cómo se renuncia inconscientemente a todo. Yo, sin darme cuenta, he renunciado a la fama, al matrimonio, a los viajes, a la amistad. Ello no significa que los rechazaría sino que ya no se presentan a mi conciencia como cosas probables o aspiraciones.
No se puede amar en la realidad. No obstante, hay tantas neuróticas enamoradas.

21.30 h. Muero de cansancio. He buscado cinco mil palabras en el diccionario. Pensando en la novela. Temo que sea una excusa para mi exhibicionismo y que, en el fondo, no haya más que el deseo de ser conocida y celebrada. No estoy segura de esto. Pero lucharé contra toda forma de exhibicionismo. Es que ¡oh señor! yo no soy una muchacha: soy un muestrario de los pecados capitales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario