9 de Mayo de 1961

Días en que me ofrezco en holocausto a una mirada invisible. Me sucede entonces andar por las calles y rejuntar amigos y viejos conocidos. Como las ratas detrás del famoso flautista, mi sonrisa extraña saca de su cuarto a cuanto poeta y pintor he conocido desde que llegué a París. Y me veo caminando ebria, dirigiendo a los que he convocado e invocado, y avanzo como si hiciera el amor. Sin duda bebo mucho en esos días, hablo mucho, bailo, canto, cuento, beso, toco, me dejo, me la dejo, me dejo por todas partes, estoy receptiva, disponible, abierta como una herida, aceptando todo lo que venga (dedos, sal, semen, alcohol) hacia la gran devoradora que no examina, no discierne, no identifica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario