Domingo 26 de Octubre de 1959

Poesía es lirismo. La poesía es experiencia, así decía Rilke. Y yo digo: experiencia de la palabra.
Hay que leer muchas poesías. Experimentarlas.
A la tarde vinieron L. y G. L. me dio la medida de mi enorme diferencia con las demás muchachas de mi edad. Habló de la necesidad de rebelarse contra esas instituciones llamadas «novio» y «casamiento». Yo la miraba con asombro. Para mí ya no existen —si es que alguna vez existieron— esas cuestiones. Ni rebeldía ni aceptación. Nada.
No obstante, me gustaría casarme, por el solo hecho de experimentar un estado tan famoso. Estar casada una semana o un mes. De esta manera, podría casarme cinco o seis veces o más, sin ningún problema. Creo que me gustaría mucho y me divertiría bastante. L. insinuó que le gusto. ¿Cuándo conoceré a una muchacha sin tendencias homosexuales? Pensándolo bien, no conozco ni he conocido ninguna.
Comienza a seducirme «lo español».

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