Sábado 1 de Febrero de 1958

Todos los fracasos del mundo martillean en mis sienes.

Tanta tristeza. Pero hay sol. Pero hay un viento dulce. (El sólo de escribir esto demuestra que mi intento suicida es aparente. El anhelo de trascender persiste. Luego, vivo.)

La poesía no es artesanía ni nada tiene que ver con ella. Pero para trascender el lenguaje debo antes hacerlo mío. En verdad es un poco estúpido hablar de poesía: o se la hace o se la lee. Lo demás no tiene importancia. Aunque yo quisiera tener algunas pequeñas verdades literarias, me sentiría más segura de mí si las tuviera. Para comenzar, he aquí un enigma: ¿Por qué me gusta leer la poesía luminosa, clara, y casi execro de la oscura, hermética, cuando yo participo —en mi quehacer poético— de ambas? Y si fuera por no tomarme el trabajo de comprender los poetas oscuros: Ello daría la explicación exacta de una manía de relacionarme con personas cuyos procesos interiores son más simples que los míos. O al menos, así parece. Pero, Alejandra, en el fondo de los fondos, ¿qué es claro y qué es oscuro?

Para la novela: el aprender a leer. Lady D.

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