Lunes Febrero de 1958

El sol. Siempre el sol hendiendo la mañana. Para mi voz y mi danza, un féretro a motor de lágrimas. Para mi trascendencia un test de la academia psicoanalítica. Para mi sed sagrada un vestido nuevo, cigarrillos importados y un aire de bohemia que anuncia la roña de los hospicios. He aquí el único problema: entre mis deseos y mi realidad, un puente insalvable. De allí, esta nada.
Hoy no me importa nada. Hoy soy nada. He tomado absoluta conciencia de que no puedo vivir mi vida. No puedo vivir como un ser humano.

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