Domingo Marzo de 1958

Me disuelvo en la irrealidad.
He vislumbrado. He visto. Fue una luz negra detrás del vidrio. Auguró posibilidades de vida.
Mediodía. Llamé al viento atroz. Es la soledad absoluta. Y tú lo sabes, Alejandra. Puedes enloquecer o morirte. Y las tibias noches de abril. Recuerdo un candelabro de siete brazos. Y la mujer de negro —madame Lamort— cargada de oro. Todos reían. Era la fiesta sabática. Un rabino quemado por una mano invisible aullaba al viento. Y la mujer de negro tenía un miedo atroz, un miedo grande como el mar. No sé qué sucedió después pero algunas flores despertaron bruscamente y comenzaron a bailar. Una de ellas quería desnudarse. Después hay una fábula. Angustias. Muerte. Yo dije la fábula, yo quise desnudarme, yo me vestí de negro. Yo no he sido.
Pronto veré el mar. Ni Dios ni el amor, sino el mar. El mar, única esperanza.

El viento como un loco en llamas estrangulando árboles. La quietud de la tarde se abraza a mi nada. El viento suspira debido a un orgasmo que le sobrevino mientras besaba al árbol. La canción de la infancia duerme en una isla del Pacífico preñada de melodías que hacen morir de dolor a los dioses de la sangre. Todo calla. Como si el mundo fuera el infierno. ¿Sabe el mundo que el infierno es él mismo? Ni las arenas sospechan que la sed del mar es otra cosa que sed. Nada es sino la sed. La sed o la carencia. Pero se me caen los deseos, se me caen las ansias y la infancia. Un poco de tregua, por favor. Mas no... Han invadido la casa de la sangre. Yo no comprendo nada. Me deliro, me desplumo. ¿Estará bien conducirse así o no será mejor darle la razón a la muerte? Una muchacha huye bajo la sonrisa de la luna, corre, corre, no hay tiempo para perder. La tumba espera.
La cuestión es así.
]e me enmerderai [sic] toujours.
Irme.

Ha sucedido algo extraño y nuevo. Fue un silencio. Luego la sensación insostenible de que guardo un desierto de cenizas. Pero apareció una luz, un relámpago, algo más profundo que mi subconsciente, algo anterior a mi vida. Y escuché una voz que dijo así: «Aquel que quiera salvar su vida la perderá, pero el que quiera darla, la volverá, en verdad, viva». Jamás he comprendido como hoy. Todo esto es de una seriedad indefinible. Es como si me hubieran surgido alas.
Cada objeto vive, ahora. Todo tiene perfume, color, presencia.

2 comentarios: