Capri, Septiembre de 1961

Tuve miedo y me fui y nunca más creer en el juego de las miradas, nunca más creer en las promesas de los ojos, nunca más creer posible la invención de algo a modo de amor. No quise ir a Pompeya. En vez de una ciudad fantasma preferí los amores fantasmas. Regreso al lugar de la espera. La turbia sensación de estar de más a la espera. La horrible visión de la puerta cerrada; algo más denso, sin embargo, que cualquier cosa parecida a la espera y no obstante eso, nada más que eso: la turbia sensación de estar de más en el lugar en que todos esperan. La preparación a la muerte como un estado superior a la espera de ella. La espera metafísica en modo alguno aliada al suplicio triste de esperar al fantasma del amor. Pacto con la vida: no me hieras. ¿Cuál vida? Historia de mi vida tal como se vive sin que yo me dé cuenta. No es lo mismo estar en silencio que no decir nada. Escribir sin dejar de decir nada. «Danos la nada de cada día.» La espera del amor, el amor a la espera. Cuando venga con sus ojos de niebla. La noche me transforma en la esperadora del amor.

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