9 de Enero de 1961

Qué pasó para entrar a cantar, de repente, la canción de la quemada.
Me dolía la memoria, me dolían los ojos, me dolía el espejo en que me miré.
Habían hecho harapos mi amor y mi cordura.
Creía en su rostro y creía en la inocencia detrás de mi mirada.
Me presenté: te doy, te soy.

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