Sábado 10 de Diciembre de 1960

Peligro, peligro. No quiero caer nuevamente en el psicoanálisis. Lo que no perdono (¿a quién?) es el clima de inutilidad y hastío y de mi infancia. Todos los días, a cierta hora, yo le preguntaba a mi madre:
—¿Qué hago? ¿Qué hago ahora?
Esta pregunta la encolerizaba.
—Date con la cabeza contra la pared.
No obstante, no quiero psicoanalizarme. Pero me pregunto si podré vivir así. La gente me da miedo. Yo me doy miedo. Y tantos otros... Sin hablar de las obsesiones, las sombras nocturnas, «los miedos de las noches veladores». El miedo a desear y su contrario: el deseo absoluto imposible de satisfacer en este mundo. Pero psicoanalizarme nuevamente...

No hay comentarios:

Publicar un comentario