Martes Diciembre de 1957

La mañana para llorar. La noche para desear. La tarde para jugar a la vida.
¿Renace la alegría? No. Es el amor que encendió un fuego cerca de mi corazón.
En mi amor todo es pérdida. Pero he aquí mis ojos lucientes como perros rabiosos. He aquí mis manos dulces como la lluvia. En mi amor todo es pérdida. (Hoy y siempre, recordarlo. Hoy y siempre.)

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